Si consiguiéramos plantearlo de una forma puramente racional podría resultar normal que todo ser humano tomara la muerte como una parte más de la vida, como una etapa que presenciamos diariamente en nuestro entorno natural cuando vemos caer las hojas de los árboles, o cuando vamos a la carnicería a hacer la compra diaria. Sin embargo, no estamos preparados para la muerte. Pedagogos españoles estudian ahora la posibilidad de introducir la muerte como parte de la educación de los niños, haciéndola así más familiar a los más pequeños y evitando posibles traumas insuperables para ellos. Creo que esto es posible, simplemente presentándola como algo natural, cotidiano en nuestro día a día, familiarizándonos con ella.
Pero entonces surge la duda de qué tipo de muerte estamos dispuestos a asimilar como natural. Nos imaginamos tal vez a un ser querido dejándonos rodeado de los más cercanos, de sus seres queridos, que ya tienen más o menos asimilada la pérdida de este ser querido, porque una larga enfermedad o su longeva edad ya se han ocupado de colocar esta idea en nuestra mente. Así si; así estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de acostumbrarnos a algo tan difícil, aunque cuanto más lejano sea ese momento, mucho mejor.
Sin embargo, hay una muerte hoy en día para la que no estamos preparado nadie, que es rápida, letal, cruel, y que se lleva a los seres queridos en un solo segundo; la principal causa de muerte entre los españoles de 14 a 25 años, los accidentes de tráfico.
Vemos a diario imágenes, cifras, datos, testimonios, que nos acercan esa realidad, que nos hacen por un segundo sentir la cercanía de que tal vez ese “eso le pasa a los demás” deje de cumplirse un día cuando nos dirigimos al lugar de trabajo o a pasar un periodo vacacional.
A pesar de esto cualquier conductor puede presenciar a diario numerosas imprudencias y arriesgadas maniobras que ponen en peligro no solo la vida del que las realiza, sino la de los pobres inocentes que tenemos que compartir calzada con estos cafres inconscientes.
Ahora llega a nuestro país una iniciativa conocida como “el carné por puntos” que penaliza acumulativamente a los conductores que cometen infracciones llegando, si procede, a la retirada del carné. Además, se contemplan muchas de las infracciones antes consideradas graves como delito. Esta iniciativa a tenido mucho éxito en países vecinos como Francia o Alemania, en el que las cifras de muertos en carretera han descendido notablemente desde la entrada en vigor de esta modalidad de carné.
Hace 3 años asistí como reportero a cubrir un concierto benéfico en el Centro Nacional de Parapléjicos de Toledo. La cantidad de jóvenes que pasaban allí sus días por motivo de accidentes de tráfico y los testimonios que ellos me dieron me impresionó mucho. La mayoría de ellos me reconocían personalmente que no eran conductores modélicos cuando les sucedió, y que si ahora pudieran, no conducirían de aquella forma, o no se hubieran tomado aquella copa. La impresión que medió aquella visita a Toledo me hizo pensar y me ayudó a concienciarme sobre la realidad de la carretera, supongo que con motivo de conocer a “esas otras personas a las que les pasa” en persona.
Desgraciadamente, aunque uno mismo se considere un conductor respetuoso con la normativa y responsable con el volante en las manos, no está a salvo de sufrir un accidente por la imprudencia de otro que no se da cuenta de que no se puede pegar tanto al vehículo que va delante, o que cuando llueve hay que conducir más despacio de lo que acostumbramos a hacerlo aunque conozcamos muy bien la carretera, o que al final decide tomarse esa copa antes de coger el coche porque ya lo ha hecho otras veces y no pasa nada.
A mi me sirvió esa visita a Toledo, aunque por aquella época todavía no era conductor, y tal vez iniciativas como visitas a este tipo de centros puede ser un escarmiento pedagógico para aquellos que ponen en peligro vidas en las carreteras, o tal vez no. Lo que deben tener muy claro es que esta muerte no avisa, que no están preparados para ella, porque llega sin avisar, en el último segundo.