domingo, 1 de noviembre de 2009
Nueva imagen de Celoriu.com
jueves, 10 de abril de 2008
Opine General, que a mi me da igual
Es curioso. Se ha formado un jaleo tremendo con un artículo publicado por nuestro ilustrísimo General Tejero. Los de un lado se enfadan al ver que una persona que puso en peligro la unidad y estabilidad de nuestro país (que frase más conocida) se permita el lujo de escribir un artículo de opinión sobre política. Los del otro, se refugian en el derecho a la libertad de expresión de una persona que nos trató de cerrar la boca a tiros a todos los españoles. Un militar, y aplico esta reflexión a los demás casos de nuestra recentísima actualidad, al igual que un cura, no debe opinar nunca de política como tal. Nos refugiamos en el derecho a la libertad de opinión porque resulta políticamente correcto decir que opina como un ciudadano más, sin darnos cuenta de que en el momento que una persona se convierte en personaje público, contrae otra serie de derechos y obligaciones, y deja de ser un ciudadano más. Al igual que hubiera resultado impensable que S.A.R. D. Felipe pidiera una beca para estudiar, o que el presidente de Gobierno decida que no le apetece ir a trabajar hoy y se pida unos días libres, debería resultarnos igual de extraño que estos casos en los que personajes públicos se ponen el disfraz de ciudadanos corrientes para escudarse tras él, y realizar actos que su condición no le permite, sucedieran.
La idea de la santísima trinidad ( Estado, Ejército e Iglesia) es antigua. Y además de antigua es cutre, y su separación es la base del desarrollo. Piense un país que haya conseguido desarrollarse plenamente teniendo estas tres cosas juntas y revueltas.
Pero yo soy el primer culpable, porque estoy haciendo justo lo que trato de evitar provocando en el lector una reflexión (sirva mi sacrificio para casos futuros), que es la de que el mayor culpable somos nosotros por darle la más mínima importancia a este tipo de cosas. Lo que deberíamos hacer en casos como los del artículo del General es simplemente darles la importancia que tienen, ninguna.